De un espíritu solidario a una Colecta de todos

Gottau

+P. Jorge Gottau (1917-1994)
Creador de la Colecta MAS POR MENOS

Seguramente las palabras del Nuncio Apostólico, Mons Humberto Mozzoni, conmocionaron al padre Jorge Gottau, Provincial Redentorista. El delegado del Papa Juan XXIII le comunicaba que había sido elegido primer obispo de una nueva diócesis en la provincia de Santiago del Estero, con sede en la ciudad de Añatuya. Se abría ante su corazón el más grande desafío que le tocaría enfrentar a este misionero redentorista. Corría el mes de junio de 1961.

Mons Jorge Gottau, piso tierras añatuyenses como obispo, el 1ro de octubre de ese año. Después de su primera recorrida por las escasas 7 parroquias de su extenso territorio, con un número igual de sacerdotes, sin ninguna religiosa, sin un solo metro de camino asfaltado y con la abundancia de la miseria, el desamparo, de injusticia y de olvido, pudo constatar de un modo más pleno algo que ya sabía pero que ahora se hacía carne en su ser: no solo tendrá la misión de construir la Iglesia local, sino de sostener y elevar la vida de su sufrido pueblo.

La Providencia quiso que poco tiempo después comenzara el Concilio Vaticano II; ante esta asamblea de la Iglesia Universal, Gottau levantó su voz por los pobres, pidiendo ayuda a sus hermanos obispos. Uno de los que escucharon ese reclamo y se acercó con solicitud fue, Mons. Franz Hengsbach, presidente de Adveniat. Desde ese momento, se iniciaba una relación de fraterna ayuda entre muchas diócesis y comunidades de Alemania, Italia, España con la Iglesia de Añatuya.

Pero Mons. Jorge Gottau, no se quedó tranquilo con esa segura fuente de asistencia. La Iglesia Pueblo de Dios del Concilio, también debía madurar entre los católicos argentinos, que muchas veces ignoraban o desatendían lo que muchos de sus compatriotas vivían en su propio suelo. Con el modelo de Adveniat y Misereor, el obispo de Añatuya emprendió la no fácil tarea de convencer y animar a sus hermanos en el Episcopado, de que era necesaria una Colecta especial, que se realice en todas las iglesias y colegios del país a favor de aquellas diócesis más necesitadas. Lo veía esto como un desafío de madurez y crecimiento que toda la Iglesia debía asumir, para comenzar a vivir plenamente la comunión de bienes de los que tienen más hacia los que tienen menos.

Así después de unos años de diálogo, la propuesta final llegó en la reunión de la Asamblea Episcopal de abril de 1970. Allí Gottau, parado frente a sus hermanos leyó el documento con los fundamentos para crear la Colecta.

Decía:

“Hemos señalado en nuestra relación anterior las grandes necesidades de toda índole que tienen
muchas de las diócesis del país. Lugares adonde realmente hay hambre, hambre proveniente de pobreza
extrema por falta de recursos y también por la mala distribución de las fuentes de trabajo.
Lugares totalmente alejados de centros poblados con pésimos caminos. Poblaciones que carecen de lo
más elemental para llevar una vida digna de persona humana. […]
Y este cuadro así general y a grandes rasgos lo vemos con harta frecuencia muchos de los obispos
que estamos aquí presentes y terminamos agarrándonos la cabeza y lamentándonos que realmente
es poco lo que podemos hacer, corriendo el enorme peligro de que, llegado un momento, nuestra
misma desesperación, nos lleve a no hacer nada, pecando en esa forma contra el Evangelio, contra
ese mismo evangelio cuya misión de predicar se nos ha confiado en la plenitud del sacerdocio. […] Y
creo que a esta situación hemos llegado porque entre nosotros no ha habido un compartir abierto de
las mutuas necesidades y no hemos llegado a esa comunicación tan necesaria para sentir que somos
obispos no de esta o de aquella diócesis exclusivamente sino que somos Obispos de la Iglesia de Dios,
y que por consiguiente todos tenemos que compartir responsabilidades, tristezas y alegrías. No creo
causar un escándalo si afirmo que en la Argentina hay dos iglesias. Las de las diócesis pobres y las
de las diócesis ricas, y cada una sigue su camino sin que haya una real comunicación entre las dos y
un compartir en caridad que tantas situaciones difíciles solucionaría. […] Es triste que hasta ahora
no se haya pensado en una acción de conjunto, que es la única que puede ser eficaz y puede ayudar
realmente a darle solución a esa cantidad de problemas que viven los Obispos de zonas marginadas.
Creo que ya no podemos ni siquiera pensar que cada Obispo se arregle en su diócesis, como el Señor
le dé a entender, con lo mucho o lo poco que tenga. Ninguno de nosotros podemos permanecer insensibles
a las necesidades, si realmente queremos que la acción de la Iglesia sea un testimonio vivo
en nuestro país […]”.

La pasión del obispo misionero tuvo frutos con la creación de la Comisión (primero denominado “Equipo”) Episcopal de Ayuda a las Regiones Más Necesitadas, que él presidió desde ese año hasta 1984, y de la Colecta Nacional “Mas por Menos”. “Casi en soledad”, como decían algunos de los obispos, Mons. Gottau animó, organizó y empujó desde un comienzo esta fraterna propuesta. No fue un camino fácil, pero con una constancia asombrosa, contestando pacientemente cada duda y cada cuestionamiento nacido de una iniciativa novedosa, ocupando cada lugar en los Medios de Comunicación que se abría para difundir la colecta, dando muestra de una notable trasparencia y claridad en el manejo de los fondos y en el rendimiento de los gastos, el obispo de Añatuya fue haciendo de este momento solidario, el más conocido y difundido de la Iglesia Argentina.

Y como toda obra verdaderamente realizada para la Gloria de Dios y a favor de los Hermanos, el nombre de la Colecta Más por Menos, creció cada vez más y el de su mentor, inspirador y primer organizador se fue escondiendo en el corazón de la comunidad. En este 2015, después de 45 años, queremos rescatar el nombre y la figura de ese Buen Pastor: el Siervo de Dios Jorge Gottau, misionero redentorista y primer obispo de Añatuya.

 

Marcos Vanzini
Miembro de la Fundación Jorge Gottau